Por un par de días

Cuando de niño se me explicó a quien debía querer y a quien no. Poco a poco el velo se ha levantado y se ha desarticulado la ficción de los mandatos y de las normas antiguas: no creo ya más en aquello que debía ser porque la tradición lo indicaba. No obstante, lo que yo pueda querer está dado únicamente en la medida de cómo pueda yo querer en función de lo que se me permita querer: de aquello que quiera ser querido. Se ajustan los engranes y la orquestada maquinaria, ahora, a las condiciones externas y no se fuerza la metáfora mecanística a la realidad. Me deshago, entonces, de la rigidez de querer para ser querido igual, y me desfondo en un profundo amor que, aunque tal vez se extinga ahogado bajo el agua, es verdaderamente quemante y patente: helo aquí, vibrante y purificante, entretejido de mi víscera y de mi alma, un revoltijo de fiebre y manos suaves, he pues aquí al amor que puedo dar sin que se me otorgue así. Pero, en un mundo como éste, las contradicciones inesperadas deben esperarse. De entre quienes no pueden darme lo que busco, me has dado tanto cuanto lo que necesita el alma. ¿Qué más hay, sino un cuerpo que debe marchitarse, cuyas pulsiones puedo sofocar, y un alma sempiterna, cuyos anhelos devienen del eco eterno primordial? Te conocí ya antes, conjeturo, y te reconozco hoy aquí. En el espejo de aquellos dos pozos de audaces destellos a los que trivialmente llaman algunos "ojos" encuentro a un viejo amigo errante, a alguien a quien amé antes. Entonces es así, que te transmuto en un hermano, de la misma sangre cósmica que la que constituyó a Helena y pudo haber constituido a Erin, y que destila en mi andar por el mundo una de las cosas que necesito y que, aunque no es todo, sí me da un aliento profundo: el reconocimiento de mi ser mediante el cariño.

Nunca he olvidado las cosas que me han otorgado quienes me consideran digno, y jamás olvidaré todo lo que me diste y has dado. Mi más querido amigo, mi más amado humano: como a ti a nadie más quiero, y espero eso en algún momento te sea suficiente, por un par de días.

Así de tanto había querido poco, pero poco a poco quiero más con realidad que con ficciones. Ojalá nunca se me acabe este fuego, este incendio que destruye todo lo que se malogró en mí. 

Comentarios